"No dudes jamás de la capacidad de tan sólo un grupo de personas concientes y comprometidas para cambiar las ideas rectoras y con ello el proceder de la gente. De hecho, siempre ha sido así". Márgaret Mead
En América nos trazamos un propósito perseverante para derrotar a la cultura colonizadora, básicamente bárbara. Hoy se baten las fuerzas de cambio contra la marejada agónica de los intrusos que nos atacan con sus venenos y sus estructuras de poder que todavía no han sido derrotadas.
Más que nunca es preciso el compromiso personal y colectivo, aquí, ahora y sin bajar los brazos. En esa medida, en esa conciencia del proceso de Reconquista, se podrá construir el Nuevo Tiempo del Retorno, por años planificado.
Que cada mujer y cada hombre, cada joven, cada madre, cada hija e hijo, sepan lo que falta por hacer, lo que hay que defender y sobre todo: lo que hay que suplantar.
Los trabajos han de hacerse tanto en el plano de las ideas como a nivel de la organización de las tareas.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que se precisa de legiones de personas que sepan muy bien diferenciarse de la conciencia colonizadora; que sean inmunes a los atractivos del consumismo hipnótico que a diario nos ataca en los medios publicitarios; que no se dejen comprar ni seducir, que no se dejen convencer con palabras académicas o discursos categóricos.
Las fuerzas del colonialismo, en su desesperación, acuden, moribundas en su totalidad, para intentar derrotarnos. Manifiestan pánico ante su propia extinción.
América está trabajando con fuerza y con convicción para desechar la ideología extranjera inculcada.
Dejemos la desidia, dejemos la flojera, dejemos la falta de compromiso. En cualquier época y lugar la vida es una lucha; es imposible no tomar partido, siempre se lo hace de una forma u otra; aún cuando no se hace nada, se consciente.
Por eso hay que salir a repetir hasta el cansancio que no estar con la Reconquista de América es estar contra ella; no hay posiciones intermedias posibles; siempre que se habla se crea conciencia hacia uno u otro lado.
Bajo una apariencia mansa y juguetona se ocultan los reforzadores del colonialismo, los capitalistas vestidos de rojo, los funcionarios traidores, los propios originarios vendidos por cuatro mendrugos.
Es fácil levantarse a buscar culpables. Claro, es mucho más difícil levantarse a revisarnos a nosotros mismos, a preguntarnos que pude hacer y no hice, que más puedo aportar, como puedo formarme mejor para ser más útil, qué puedo hacer mejor.
La batalla de las ideas tiene que profundizarse; el poder de decisión y resolución del pueblo debe incrementarse. Hay que sobrepasar con la razón y la denuncia los frenos y negaciones que se generan dentro de nuestro propio proceso.
La mujer y el hombre nuevos son el resultado de todos estos años de esfuerzo. Luego de 10 años de reuniones y de conversaciones tiene que empezar a imponerse la generación que nació de nuestra forja, que existe, que habla, que canta sus mejores canciones y que está formando su propio espacio. Este propósito se debe fortalecer de forma indómita; es la fuerza de la vida que repunta hacia la luz solar con la misma fuerza con que brota la planta de una semilla, con el verde frescor que canta a la vida y a su continuidad eterna. Y no es mañana, no es para después; es ahora.
Todo un continente que fue relegado y olvidado por siglos hoy se abre espacio ante la historia, y mientras se caen a pedazos las ruinas de un imperio que destruyó hasta los cielos, renace desde la América sureña un canto comprometido que ilumina a la humanidad entera.
El presente es una construcción que hacemos entre todos y sin descanso. Que nada ni nadie nos confunda y nos desanime.
brachoraul@gmail.com
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