La Antropología explica que los niños encontrados en las cimas de varias montañas de los Andes, a más de 6.000 metros de altura, de 1.500 años de antigüedad, fueron sacrificados a los Dioses de las Montañas, controladores del clima y la vida o muerte de los habitantes, según las creencias nativas. La explicación es, en reglas generales, bastante acertada, sólo que se ha descubierto en esos cuerpos el virus linfotrópico humano de células T tipo 1 (HTLV-1); una infección ahora endémica en el Perú.
La enfermedad se manifiesta como leucemia linfoma de células T del adulto, paraparesia espástica tropical, estrongiloidiasis, sarna, tuberculosis, dermatitis infectiva y coinfección con VIH.
Este virus se transmite por vía sexual y por la leche materna.
Se estima que esta infección fue traída por viajeros japoneses de la cultura Jōmon. En un intento por controlar la epidemia y recuperar la salud comunitaria fueron sacrificados los casos detectados.
Otra medida debe haber sido aislar a las vestales en Machu Pichu.
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